miércoles, 17 de noviembre de 2010

El Mundo en la Fotografía

Descansa sobre mi mesilla la foto de un chico que mira la puesta de sol sentado en un viejo muelle en el lago Czorsztyn.  Tiene la cabeza ladeada sobre el hombro derecho y se agarra con ambas manos al borde del muelle mientras mece sus piernas a centímetros del agua. Aunque está de espaldas y solo se ve su cogote, sé que sonríe y que lo hace con una expresión soñadora, distante, como la que solo un niño de cinco o seis años podría poner, alguien completamente embriagado de una felicidad, en apariencia, infinita. Probablemente imaginando, desde su inocente perspectiva, las incontables dichas que el futuro le depara.

De acuerdo, es tan solo una fotografía, una de las viejas además, prácticamente una reliquia. Sin embargo, me encanta. Me gusta pensar que una antigua cámara, unos treinta y siete años atrás y, probablemente en manos inexpertas, pudo captar un momento tan lleno de sueños, de emociones, de vida… e inmortalizarlo, para que todo ello continuase transmitiéndose años después.

De hecho, pensarían que no es para tanto. Solo es una fotografía. Una como otra cualquiera, de acuerdo. No la subiré, para no crear debate. Incluso temo escanearla por si su magia pudiese desaparecer.  Tan solo un instante de algo que fue. Un instante inmortalizado en un papel, que por suerte rescaté de un viejo álbum de mi madre, la abuela, como la llamaban las crías. Una foto olvidada en casa de la abuela… incluso no creo que la encontrase por casualidad hace cinco años…

Desearía que no me tomasen por un loco o un supersticioso. Puede que yo mismo sea la persona más escéptica que conozco y desde luego sé que para ustedes, el portarretratos sobre mi mesilla solo contiene una fotografía. Sin embargo, en cierto modo, todos sentimos, a veces, flaquear nuestra voluntad, decaer nuestra moral o nuestras fuerzas, o nos preguntamos si realmente las cosas son como queríamos que fuesen. Más allá, quizá nunca se lo hayan cuestionado, pero incluso llegamos a dudar de quiénes somos, de por qué esto o lo otro… por desgracia los caminos están sembrados de dudas. Pues bien, yo, como cualquiera de ustedes, he tropezado y tropezaré con piedras, baches y demás metáforas desalentadoras que se les ocurran, y, en fin… esta fotografía, cada vez que la miro, me recuerda quién soy. 

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